Tenía la costumbre de ir a las tiendas de 3 pesos con Sandra. La sensación de comprar tanto con poco dinero era lo que motivaba nuestra entrada. Comprar papelería con animalitos; de ojos enormes y brillantes, las plumas con chispitas de colores, reglas con dientes en sus orillas; los labiales pequeños en sus rojos (ensayos de belleza en tiempo real y de reacciones espontáneas); las coronas con sus rubíes de juguete y pequeños plásticos; peines y espejos de calcomanías rosas.
Hasta que ella se fue, ahora son escaparates.
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