Duermo casi nada. Me da mucha pena admitirlo pues no es un orgullo romántico o intelectualoide, en realidad es agotador.
Prendo la televisión cuando no puedo descansar. Ése es el peor hábito. Decidí tomar series largas para tener la sensación de placer interminable. Hace una semana vi por completo Mad Men.
Mad Men es una historia dentro de las historias, con una foto hermosa, como cuadros de Hopper llenos de felicidad y un velo de tristeza brillante. Y bueno el guion es impecable.
Tengo personajes favoritos pero sin duda Don siempre me hablaba al corazón, tuve noches en que dormía llorando recordando algún momento de mi vida y casi al final de la serie se abrieron otros caminos:
1. La nostalgia. Cada capítulo entierra un cuchillo en tu memoria y escarba hasta encontrar eso que creías perdido.
2. Mensajes dentro de mensajes. Más allá de lo oral o escrito y con qué finalidad se emite. Pensaba en dónde más encontrar ese estímulo.
Lo confortante de la historia fue pensar que al final sólo nos queda vivir este momento.
Me pareció un bello mensaje definir la felicidad como hacer lo que quieres, con lo tienes.
El final es una bomba.
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