-Bienvenida, pasa, dime... ¿por qué has tardado tanto?
-Estaba ocupada.
-Tú siempre estás ocupada pero aquí también todo mundo lo está.
Doy un paso adentro, todo es sangre y materia entre amplificadores de diversos tamaños y voltajes, sospecho que todo está en el mismo lugar, doy otro paso tímidamente entre el linde de piedra y el aterciopelado aroma a polvo.
-Dime, ¿tienes un cable de plug a canon?
-Déjame ver... por más cables que tengas siempre hace falta uno.
-Y siempre hay uno que sobra.
-No tengo, pero puedo hacer la entrada, sólo necesito un cuchillo y un cautín.
Sale con pies cansados y noto que ya no es tan jovén como lo recordaba, un halo de luz pasa por su cabeza, veo canas.
Pienso en aquella ocasión en que terminamos acostados en esta misma alfombra, todos con sonrisa de gato, yo me quedé dormida después de un terrible miedo que entró por mis oídos, hace un año volví a escuchar ese sonido que casi me vuelve loca, como los pájaros que chocan en tu ventana.
-Sí tengo cautín.
Comienzo a hacer el cable.
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