Cuatro momentos:
Sentado en la estación del tren te imaginé siempre con el mismo color de cabello tan suave como los detalles de un azafrán. Te esperé sentado para el tren que va a la ciudad de las siete de la noche, pero no llegaste y me quedé solo fijado en la banca con aquel mirar distraído. No llegaste, me siento más solo que nunca, como nunca.
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