Beach House en Forever Still se nota un discurso de pares ―aunque siempre exaltan a su baterista como un tercero― el amanecer y el ocaso, la tristeza bien construida junto con la esperanza.
En un escenario desértico se nos presenta su música en una eterna soledad que se justifica con la huida. Un director omnisciente nos cuenta la historia de adentro hacía afuera como una forma de no vincularse pero a la vez nos demuestra su empatía con tomas cerradas en las que mira la belleza de los rostros y las manos en los instrumentos.
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