Se nos acaba el tiempo. No hemos existido para nadie y somos el recuerdo. Las golondrinas sueltan en un compás el otoño que nos alcanza. El suave reposar de la quietud en una cama. Correré para que no me alcance el hastío, lucharé por mantenerme enamorada. Revoloteo entre las manos, el cabello y la mirada complaciente.
El jardín siempre con sus flores resplandecientes y el agua que brota alimentando mi dulce espíritu. De noche, de día, entre montones de letras. Recordar tardes de ocio y juventud. Distantes, callados y tibios.
Criaturas dóciles junto con el tocado en tu cabeza. Detalles, melodías y gentileza... un poco más.
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