Una jauría ladra, distintas voces salen de su hocicos, no paran. Si me preguntas qué hago despierta, seguramente lo sabes: no puedo dormir.
A veces no sé si es todo o es nada. Siempre estuvo esa luz entre sueños que me despertaba, nunca se irá, he aprendido a vivir conmigo misma. Los perros no paran de aullar, me pregunto a qué le ladran, ¿será que ellos también pueden verlo parado a mitad de la calle? Casi puedo olerlo, trepando entre los techos de las casas, rascando las paredes. Quiero dormir, quiero que me dejen dormir, ¿por qué hay tantos perros?
Acostada en medio de esta habitación escucho partes de mí que están en otro lado, en otra cama, en otros sitios. Soy ligera y sonrío; estoy en la ruina pero podría estar peor. Es de nuevo primavera, se supone que todos debemos estar felices.
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