Regreso siempre al mismo lugar para encontrar el mismo camino y parece repetitivo pero es necesario. La noche siempre me alcanza y me rindo ante su pesadez, cada vez más profunda y espesa. Su figura resalta entre los rincones más escabrosos de mi mente y brinca encima de cuerpo, noche tras noche. Te escucho hablar en mi oído; hábil y fuerte rezumbando como el río del lugar que te vio crecer. Vigilante siempre alerta ante mi descuido, busca, revuelve, contamina todo a su paso, reptil, mujer, muerta.
Dicen que nunca morirás y seguirás caminando por estos pasillos, por mi parte sólo puedo decirte lo repugnante que fuiste para mí, jamás me guiaste en mi infancia y nunca estuviste presente excepto para regañarme, señalarme. Ahora fiel a tu enseñanza puedo defenderme incluso de tus pardas discipulas. Hay algo que aún no sabes y es que no te tengo miedo y soy más fuerte.
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