". . .las blancas nubes permanecían quietas en las cimas de las montañas. Las hojas de los árboles no se movían, cantaban las cigarras, y el monótono y sordo rugido del mar que llegaba desde abajo hablaba de la paz, del eterno sueño que nos espera. Así rugía el mar cuando no había aquí ni Yalta ni Orenada; así ruge ahora y rugirá sordamente con la misma indiferencia cuando nosotros no estemos. Y esta constancia, en esta total indiferencia hacía la vida y la muerte de cada uno de nosotros se oculta quizá la premisa de nuestra salvación eterna, del continuo movimiento de la vida sobre la tierra, del continuo perfeccionamiento."
viernes
La dama del perrito: Antón Chejov
". . .las blancas nubes permanecían quietas en las cimas de las montañas. Las hojas de los árboles no se movían, cantaban las cigarras, y el monótono y sordo rugido del mar que llegaba desde abajo hablaba de la paz, del eterno sueño que nos espera. Así rugía el mar cuando no había aquí ni Yalta ni Orenada; así ruge ahora y rugirá sordamente con la misma indiferencia cuando nosotros no estemos. Y esta constancia, en esta total indiferencia hacía la vida y la muerte de cada uno de nosotros se oculta quizá la premisa de nuestra salvación eterna, del continuo movimiento de la vida sobre la tierra, del continuo perfeccionamiento."
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