Leyendo una novela mexicana uno se da cuenta que incluso dentro de nuestro contexto existen temas no claros. Cree uno que es ficción y en realidad debe ser un poco así, de lo contrario tendríamos entonces un reportaje o una novela de cuadro de costumbres. La novela es El luto humano, en ella se cuenta el origen de uno de los personajes y de como su madre se prostituía para comer.
Mi curiosidad nació en una plática como cualquiera que se vive en casa por las noches y encontré similitudes con la novela, decidí quedarme a escuchar. Mi mamá nació en un pueblito de Oaxaca en el municipio de Huajuapan de León: San Vicente Nuñú (de las tunas). De ahí eran sus padres y sus abuelos y mi papá también.
Había una vez una mujer que se prostituía en San Vicente y en los pueblos cercanos. Nació un niño y luego otro y otro y otra. Me interesa el segundo, su nombre es Julián al cual abandonaron en casa de mi bisabuelo Margarito Benítez M (no se cual sea el segundo apellido ya sabe usted que antes no ponían el apellido materno o sólo la inicial), él fue un soldado federal dentro de la Revolución, un gran hombre, casado con Margarita (con apellidos perdidos), ellos criaron a Julián registrado bajo otros apellidos y de ahí viene el mío: PAREDES.
Un día la mujer intentó regresar por Julián, pero él ya nunca salió de esa casa. Mi abuelo fue un hombre inteligente, era el único en ese pueblo que hablaba ingles, se encargaba del telégrafo y pintaba la primaria con peces de colores, estuvo en la planeación del Hospital general de Oaxaca. Y tomaba, pero era un buen hombre, un gran esposo y un amoroso padre.
Se cuenta que un día su madre (biológica) entró en la cantina del pueblo a quererlo regañar por su conducta. Mi abuelo le contestó y todo mundo quedó en silencio:
“Mujer mírate en ese espejo y dime si eres mi madre ¿no lo eres verdad? mis padres ya los enterré y son Margarito y Natividad. . . así que vete”.
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