martes

Jonathan Lethem contra la originalidad

Hace tiempo mientras caminaba con Chispilla hablábamos de cómo la música cambia a través del tiempo; ella afirmaba que en la música electrónica encontraba una innovación de la FORMA en como se hacía música gracias a los avances tecnológicos, como la creación de nuevas máquinas. permitían la manipulación de los sonidos nuevos y viejos. Yo estuve de acuerdo afirmando de la misma forma que en su tiempo el jazz impuso por economía de integrantes unir en una sóla persona el bombo, la tarola y los platillos para así formar la BATERÍA. Así como en su momento por accidente fue creado el Wah.

Bueno no me saldré del tema, el punto era: ¿Qué necesita la música para volver a un ciclo de innovación, adaptación y práctica de los nuevos elementos? Yo contesté, por todo lo mencionado anteriormente, que era necesario inventar nuevas máquinas o instrumentos que provocaran en el ser humano aquella curiosidad de innovar, pues vivimos un mundo que recicla todo lo adquirido como conocimiento.

Bueno, fui a comprar libros hoy y entre las adquisiciones fue el título de este post. El libro me acercó a un panorama distinto y recordé la plática. Me agradó el encuentro ejemplificado con anécdotas de la cultura del consumismo y el arte de la publicidad. El ejemplo extraordinario de una canción de Robert Johnson o de los plagios accidentales de Bob Dylan.

El mensaje principal del libro es que somos una sociedad inmersa de signos que cambian constantemente y que son vistos de formas distintas a través de los años, es decir, el signo cambia culturalmente a través de las generaciones o como André Bretón dice:

“tan bello como un azaroso encuentro de una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa de operaciones”.

2 comentarios:

Carrera dijo...

Todo lo que se piensa alguna vez tiene su lugar en el ambiente que se respira, todo, por más idiota que sea la idea o pensamiento. Es muy curioso como se van interpretando o redescubriendo las cosas, como muchos aseguran ser el que le tocó el himen cuando en realidad se encontraba con una puta dispar.

Ya quiero ensayar y robar cosas.

muaja

Unknown dijo...

no fue breton querida
fue el conde Lautremont

la poesía es el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de operaciones

supongo que eso ejemplifica el plagio
jojo

el otro día estaba escuchando bob dylan
y me di cuenta que seguramente había leído a Juan de la Cruz
dice en una rola
tal cual
en mi noche oscura

en fin

la clave de la innovación la tienen los Forajidos Fernández

Rito

Bajo centinelas esperar el atardecer tibio verde, amarillo y gris brilla, brilla, brilla en la punta. Caminar en línea encontrar las s...