Hace tiempo mientras caminaba con Chispilla hablábamos de cómo la música cambia a través del tiempo; ella afirmaba que en la música electrónica encontraba una innovación de la FORMA en como se hacía música gracias a los avances tecnológicos, como la creación de nuevas máquinas. permitían la manipulación de los sonidos nuevos y viejos. Yo estuve de acuerdo afirmando de la misma forma que en su tiempo el jazz impuso por economía de integrantes unir en una sóla persona el bombo, la tarola y los platillos para así formar la BATERÍA. Así como en su momento por accidente fue creado el Wah.
Bueno no me saldré del tema, el punto era: ¿Qué necesita la música para volver a un ciclo de innovación, adaptación y práctica de los nuevos elementos? Yo contesté, por todo lo mencionado anteriormente, que era necesario inventar nuevas máquinas o instrumentos que provocaran en el ser humano aquella curiosidad de innovar, pues vivimos un mundo que recicla todo lo adquirido como conocimiento.
Bueno, fui a comprar libros hoy y entre las adquisiciones fue el título de este post. El libro me acercó a un panorama distinto y recordé la plática. Me agradó el encuentro ejemplificado con anécdotas de la cultura del consumismo y el arte de la publicidad. El ejemplo extraordinario de una canción de Robert Johnson o de los plagios accidentales de Bob Dylan.
El mensaje principal del libro es que somos una sociedad inmersa de signos que cambian constantemente y que son vistos de formas distintas a través de los años, es decir, el signo cambia culturalmente a través de las generaciones o como André Bretón dice:
“tan bello como un azaroso encuentro de una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa de operaciones”.
2 comentarios:
Todo lo que se piensa alguna vez tiene su lugar en el ambiente que se respira, todo, por más idiota que sea la idea o pensamiento. Es muy curioso como se van interpretando o redescubriendo las cosas, como muchos aseguran ser el que le tocó el himen cuando en realidad se encontraba con una puta dispar.
Ya quiero ensayar y robar cosas.
muaja
no fue breton querida
fue el conde Lautremont
la poesía es el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de operaciones
supongo que eso ejemplifica el plagio
jojo
el otro día estaba escuchando bob dylan
y me di cuenta que seguramente había leído a Juan de la Cruz
dice en una rola
tal cual
en mi noche oscura
en fin
la clave de la innovación la tienen los Forajidos Fernández
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