jueves

Superposición


Ofelia de Sir John Everett Millais




松井 冬子 de Fuyuko Matsui



Fiebre

febris, is, f. (ac. -im, -em; abl. -i, -e), fiebre // Febris, la Fiebre (divinidad).




Dicen que la fiebre mata y reconstruye el cuerpo del enfermo. Ayer por la tarde no se si tuve fiebre o sólo estaba en un proceso de reconstrucción; sólo recuerdo el sudor que me recorría mientras trataba de dormir y la luz que se mezclaba con el dolor por la tarde. La fiebre que dilata, envuelve.

Reconocer la belleza, me digo, de la enfermedad y pensar en tu cuerpo como una primera persona por el total control y la conciencia de saber que existes a través del dolor. El dolor como un paliativo de lo que llaman poesía. El llamado de mi yo desde este punto que me pregunta y que se contesta.

Yo desde esta piedra atada y que está condenada cada día, como Prometeo o expuesta como un Matsui.
Desde mi fiebre te escribo para decirte que todo estará bien y que no existe algo más hermoso que querer envolverte entre pétalos, entre la hierba fresca, que corras conmigo en este camino de nieve, que nos lleve una ola.



Yo desde esta piedra inclinada me elevo y te siento. Fiebre, aceites y líquido entrando por mi cuerpo. Un colibrí se posa en mí, se congela, te escribe.


miércoles

Sirenas//Fresa

Mirarlas fue el regalo más hermoso en este viaje de costa a costa, viaje que me suena a lo mismo y que después de unos minutos guarda una cierta repetición en sus paisajes, decido leer un poco mientras este móvil me lleva a ti. Se contonea, se navega, se siente su ritmo y sobresaltan los peces verdes y grises de las orillas; se detiene el sol entre sus cristalinos protectores, volteo y ahí están conversando un par de sirenas, las más hermosas que jamás veré: se coquetean y se conversan.

Dos criaturas hermosas por sus acciones: comen fresas, cantan, ríen... ¡Quisiera que durara siempre este instante! ¡Verlas por la eternidad entre las rocas! Son un regalo que ellas mismas jamás contemplarán.

Se llevan los rojos frutos una y otra vez a la boca, noto la frescura que dejan en la punta de su lengua, se contemplan y cantan, no logro entender lo que enuncian, me hipnotizan en este navío, en este viaje que me impacienta.

Pienso en el agua que recorre su cabello: el calor y la humedad fluye como una conexión con la que me hacen suya, sus hermosos pensamientos, la fresa. Quisiera observarlas toda una vida y que me platiquen; quiero ser ese fruto final, el último y más deseado.

La fresa y sus pequeños pliegues en tu lengua, el explosivo dulce de sus interiores, el color que se desliza por tus labios, la comisura que se forma abajo, la fresa que explota entre las piernas, el fruto que se desea, la fresca brisa del final, el mar, la fresa.

Observar

Me encuentro, mientras regreso a casa en este taxi, se aceleran mis pies y mis manos. Me contemplo en el reflejo que me da el vidrio, atravieso el periférico y encuentro en las luces un sinfín de historias que me rodean. Mi mente descansa en este momento (me digo) pero en realidad observo como una forma de retener todo lo que quiero decir.

Escribir, escribir, escribir y encontrarme entre tantas personas que tengo dentro: mi mente y la forma en que me expreso. Enterarte de lo que me construye y me aleja de todo, observar como un animal, como un dios, ésa es la que está pensando en este momento y que quiere enseñarte todas las personas que viven dentro de ella.

Recorro nuevos territorios y construyo nuevas canciones. Me encuentro completa en este momento, tanto que un océano. Quisiera que todo fuera lento para poder permanecer en esta horizonte, me basta sólo mi memoria.



Contemplar

Regresar a casa en paz, todo vuelve a cobrar fuerza 
y la belleza se vuelve un beso, un guiño, una sonrisa. 
Regresar al primer punto: el primer baile.

Siento el mar que me atraviesa, evoco tus ojos y me complace encontrarte sentado frente a mí.
Conviérteme en todo aquello que imaginas: en un planeta.
Capturo los himnos que has compuesto en tu boca, desciendo y alebresto cada minuto que se convierte en nada; el tiempo me tortura, me alcanza, me abraza.



jueves

Un sueño

Es de madrugada y todo está en un tono azul y siento [presagio]. Un gato de mi lado izquierdo emite un sonido desde las entrañas, mirando hacia el lado derecho de mi cama, lo observo y volteo con cierto sigilo. Veo desplegarse en movimientos circulares una tela, gira en círculos flotando sobre el aire, en color carmesí y negro con un baile violento, como un Max Ernst.

Me observa y yo salgo de la cama para prender la luz, no existe. Me observo desnuda, mi cuerpo se ha paralizado y empiezo a pronunciar en una voz distorsionada y lenta mis pensamientos.

La tela me cubre y floto alrededor de ella, me envuelve y escucho un crujir: es el diablo.


Rito

Bajo centinelas esperar el atardecer tibio verde, amarillo y gris brilla, brilla, brilla en la punta. Caminar en línea encontrar las s...