domingo

Tercer piso



Primer paisaje

En aquel baño que es de mis padres, se escuchan en off mientras paseo en un pequeño cuadro de plasta negra y azul. En aquel ritual matutino que se convierte ahora en un punto de la noche encuentro el fin de un ciclo, el vértice del camino que se dejó. Ahí estoy de nuevo preguntándome si es un sueño o si es verdad que ya es de noche. En un parpadeo abro la puerta, es un sueño.

Segundo paisaje

Se cruza la puerta y el total abandono se encuentra en una almohada ajena, es él mirándome y se despide de mí con su sombrero: en una reverencia demuestra su respeto, aquel morado que lo viste. Me pregunto si lo estoy alucinando, es un sueño o la realidad. "Un sueño" es repetido constantemente y cierro los ojos para confirmarlo, los cierro fuertemente en un poder de mentirme y creer que todo está bien. No tengo un referente para saber si es mentira.

Tercer paisaje

Y estabas tú en aquel suéter negro a la sombra del atardecer con aquella misma sensación, la tranquilidad de tu compañía, en aquel último piso, en aquellas sillas de playa, con todo y nada entre nosotros, con los colores naranja y la niebla. Aquella vista panorámica, en aquel pasaje de Murakami. No cerrar los ojos, seguir en aquel lugar: el olor a rocío y un pequeño abrazo. Cerrar y abrir los ojos para darme cuenta que estabas ahí, en el mismo lugar a una distancia no muy cercana, eras tú y apareciste sonriente. Abrir y cerrar los ojos para pensar que era un sueño, la realidad de otro lugar, todo menos una alucinación.

Rebeca


No puedo olvidarla, ¿cómo? ¿Como olvidarla? Es como querer olvidarte. Rebeca es tan hermosa y distante, como una gacela parada al atardecer. Mi amada Rebeca y sus tardes en el mismo lugar, sobre las mismas condiciones. Distante y cercana es mi Rebeca cuando toma un trago o cuando nos mira, quisiera pensar que no le fui indiferente entre música del norte. Una mujer así es como el atardecer mientras caminamos entre el sol, así es Rebeca, ese sentimiento de frío que deslumbra, como una flor a punto de brotar.


(Imagen: Hopper, Eduard. Autómata.)

jueves

Tres referentes o Top's Chart

1. Nitsch, Hermann: Acción 80a.


2. Cortázar, Julio: Rayuela, capítulo 14.

"El poste debía medir unos dos metros, pero había ocho postes, solamente que era el mismo poste repetido ocho veces en cuatro series de dos fotos cada una, que se miraban de izquierda a derecha y de arriba abajo, el poste era exactamente el mismo a pesar de ligeras diferencias de enfoque, lo único que iba cambiando era el condenado sujeto al poste, las caras de los asistentes (había una mujer la izquierda) y la posición del verdugo, siempre un poco a la izquierda por gentileza hacia el fotógrafo, algún etnólogo norteamericano o danés con un buen pulso pero una Kodak del año veinte, instantáneas bastante malas, de manera que aparte de la segunda foto, cuando la suerte de los cuchillos había decidido oreja derecha y el resto del cuerpo desnudo se veía perfectamente nítido, las otras fotos, entre la sangre que iba cubriendo el cuerpo y la mala calidad de la película o del revelado, eran bastante decepcionantes sobre todo a partir de la cuarta, en que el condenado no era más que una masa negruzca de la que sobresalía la boca abierta y un brazo muy blanco, las tres últimas fotos eran prácticamente idénticas salvo la actitud del verdugo en la sexta foto agachado junto a la bolsa de los cuchillos, sacando la suerte (pero debía trampear, porque si empezaban por los cortes más profundos...), y mirando mejor se alcanzaba a ver que el torturado estaba vivo porque un pie se desviaba hacia afuera a pesar de la presión de las sogas, y de la cabeza estaba echada hacía atrás, la boca siempre abierta, en el suelo la gentileza china debía haber amontonado abundante aserrín porque el charco no aumentaba, hacía un óvalo casi perfecto en torno al poste. 'La séptima es la crítica'."

3. Gallo, Vincent: Buffalo '66/King Crimson: Moonchild. Escena de Christina Ricci bailando tap sobre pista de boliche.





domingo

El pescador

No sé por qué pero no puedo dejar de pensar en él, tal vez porque sigue vivo, por sus escandalosos enfrentamientos. Puedo recordar su primer movimiento pero no puedo captar el último, su juventud en el agua de media noche, en una noche roja y en los entremares de una costa. Todos los lugares son lo mismo cuando se trata de describir al mismo personaje, todas las noches pueden ser él, otro o alguien que se parece a mí.




El pescador puede llegar a ser el elemento que complete la armonía, a quien siempre se buscó: la bondad entre nosotros, la belleza y la ternura de un encantador quien se deja caer en un elegante revoloteo. Él como caos y desesperanza, como un concepto que no se podrá describir y que confunda a todos, que altere a sus semejantes, que su rostro jamás se pueda reflejar. El único sobreviviente.





La mujer gris

Juro que la vi, la vi como un demonio a medio día. Y era ella.

Desde las escaleras de un hotel vi aquel espejo, caminaba como hace años.

La vida placentera de caminar sin rumbo, sin dinero, era ella la que me torturaba por la idea de no estar.

Las puertas se abren como el vínculo que va más allá de la coincidencia, es la percepción del sistema, del orden en
secuencia, un todo entre ella y yo, una simbiosis mental que se experimenta como cuando miras nada en un cuarto lleno de colores.

¡Era ella era ella! y estoy segura a quien vi.



(Imagen: escultura de Sonja Vordermaier)

Rito

Bajo centinelas esperar el atardecer tibio verde, amarillo y gris brilla, brilla, brilla en la punta. Caminar en línea encontrar las s...